Manuel Acuña: “Fueron los 950 km que hice más satisfactorios de mi vida”

El amor tiene razones que la razón no entiende, dice un viejo proverbio que a los que vivimos en esta parte del mundo no necesitamos que nos expliquen, porque la pasión nos diferencia, distingue y hasta genera admiración por esa noble manera de entregarnos a un sentimiento hasta límites impensados.

Un grupo de fanáticos de Juan María Traverso se propuso venir hasta la tierra del Flaco con la única pretensión de estar cerca de su ídolo. Entre ellos hubo un uruguayo de 52 años que con su Ford Custom 56 hizo casi mil kilómetros desde su lugar de residencia en Melo para cumplir con la misión.

De regreso a su ciudad, tuvo un contacto con radio Meta donde resumió de punta a punta el viaje.  

“La idea surge en facebook, un muchacho que es de Río Negro, que pateó 1100 km para llegar ahí, un poco más que lo que tuve que patear yo, tiró la idea y yo fui el primero en a abarajarla”  

“Armó un grupo de WhatsApp, que en un primer momento la idea era juntar 30 personas, más o menos, para no ser un número muy abultado, y ya el 30 sonaba un poco pesado”.

“Se armó el grupo de whatsapp y con el paso de los días se comenzaron a bajar algunos por diferentes motivos, de trabajo, otros muchachos que tenían problemas de salud, y bueno, se redujo”.

“Yo salí de Uruguay el viernes a la tarde. El sábado, cuando llego a Villa al mediodía, éramos 12 o 13 personas, surgieron otros problemas y algunos tuvieron que irse; en resumidas cuentas, quedamos cuatro: yo de Uruguay, mi ciudad se llama Melo; estos dos chicos de Río Negro; y Rubén de Zárate, provincia de Buenos Aires”. 

“Fanáticos a muerte de Traverso, pero fanáticos con un límite, como yo decía en un momento, me podría haber ido con bombos, platillos, redoblante y no era esa la idea. La idea era respetar al Flaco y respetar también a su familia”. 

“Yo tenía dos opciones: o quedarme con la duda y y no ir, y bueno, no quise quedarme con la duda y fui, aunque yo sabía que cabía la posibilidad de no verlo, pero no quise quedarme con la duda y nos trajimos un lindo recuerdo”. 

“Acampamos, estuvimos en un camping ahí a las orillas del Paraná, hermoso lugar, nos trataron de maravilla, quiero destacar la gente de Ramallo, todo el mundo pasaba y me gritaban ‘uruguayo’, fui en un Ford Custom del año 56, el cachilo, que es el coche todo terreno que tengo para trabajar, para viajar, con un motor Nissan seis cilindros, gasolero, viajé sin ningún problema”.

“Llegamos al café donde para el Flaco, tomamos un café, almorzamos allí, los lugareños nos recibieron de excelente manera, como si nos conociéramos de toda la vida, rompimos el hielo enseguida con ellos, vieron que éramos apasionados”.

“El domingo en la tarde nos atendió la señora del Flaco, vio que estábamos afuera los cuatro tranquilos. Cuando quisimos ver se abre la puerta nos recibe de muy buena manera”.

“Después de intercambiar algunas palabras, ella nos dijo que esperemos un minuto y nos trajo un obsequio para cada uno. Una botella de la cosecha del Flaco con su firma, con la foto del casco, cosa que va a pernoctar a mi lado durante toda la vida en una vitrina, porque yo antes corría en auto acá en mi ciudad también por suerte pude acumular varios premios y un campeonato”.

“Mi pasión empieza por ahí, en el año 90, por allá, yo empecé a mirar el TC2000 y ahí arranca mi pasión”. 

“El viaje 100 por ciento productivo, destaco la receptividad que tuve ahí en Ramallo, en Villa Ramallo, la gente espectacular, de la forma que me atendieron, la verdad que tenía muchas dudas cómo sería el entorno, te genera dudas cuando vas a un lugar que no conoces y le mando un cariño enorme a toda la barra de Ramallo, todos aquellos que saludaron, de las estaciones de servicio, los de la gomería que pinché, sin palabras… y bueno, ya estamos planificando otro viaje para ese lado porque cuando uno la pasa de esa manera, cuando te reciben de esa manera, te hacen sentir como en tu propia casa, eso está muy pero muy bueno”.

“Para agregar, la última cosa, el comienzo de hermosas amistades y fueron los 950 km que hice más satisfactorios de mi vida con el placer enorme de recorrer cada kilómetro y que el cachilo mío se fuera devorando cada metro de  asfalto, la verdad que 100 por ciento placentero ida y vuelta un gustazo”.

Deja una respuesta