Rafael Romá: “Si generamos consenso, podemos discutir con mayor profundidad los problemas”

El exvicegobernador de la provincia de Buenos Aires está de acuerdo con la propuesta de Sergio Massa de ampliar el espectro con la incorporación de otros sectores políticos para generar mejores condiciones de gobierno y avanzar hacia un Argentina más próspera. En otra de las ideas que dejó en la charla con radio Meta, sostuvo que el Estado ya no contiene de la misma manera que lo hacía a principios de los ’70 y eso fue una puerta de entrada para discutir las propuestas radicalizadas que impulsa el candidato de la Libertad Avanza,  Javier Milei.

El primer intendente que tuvo Ramallo, tras el regreso de la democracia en 1983, fue el peronista Rafael Romá. Eran épocas muy diferentes en cuanto a la relación entre los dirigentes políticos. “Tuve todo el apoyo del gobierno de la provincia, del radicalismo, por eso podíamos hacer determinadas cosas, obras, nos llevábamos bien. En Ramallo la discusión era más vinculada a lo local. El radicalismo de ese momento, representado, por ejemplo, por Miguel Ángel Torello, veía en nosotros a gente de la comunidad igual que ellos, no había antinomia política, y hacer un plan de gobierno en ese Ramallo del ´83 era muy fácil”.

Balito recordó que “iba a La Plata una vez por semana acompañado por el presidente del bloque del Concejo Deliberante de la UCR, recorríamos los ministerios y eso tenía una significación muy fuerte,  que se fue perdiendo, que lo fue perdiendo la política con el tiempo y acá en particular, que fuera el bipartidismo de aquel entonces junto a decir, ´tenemos que hacer tal obra´, daba una fuerza enorme”, explicó.

Las discusiones de aquellos años. “La democracia nacía frágil, débil, y tenía muchos problemas que había que resolver. Entonces, se discutía la gobernabilidad. Esa gobernabilidad tenía como distintos ítems muy complejos. Alfonsín o el radicalismo, llegaban al gobierno con una definición realmente muy clara y que definía lo que era el pasado inmediato de la dictadura con esa democracia. Cuando Alfonsín decía: ‘somos la vida’, era la gran diferenciación con lo que había sido la oscuridad y la muerte anterior. Pero esa vida estaba muy condicionada, teníamos la crisis de la deuda igual que ahora, era distinta la deuda, pero las acechanzas sobre la economía nacional eran parecidas. Tenías las secuelas de Malvinas, la discusión de cómo había fallado el Papa con respecto al Canal de Beagle (y que había que refrendarlo en un plebiscito donde no todos estaban de acuerdo y el gobierno tambaleaba), tenías el juzgamiento a la dictadura y a los comandantes en jefes de las Fuerzas Armadas, tenías los levantamientos militares…»

Pero había un clima de época muy especial que describió con un ejemplo. “Todos sumábamos de una manera distinta. A fines de marzo del ’84, nosotros lo convocamos a León Gieco para que viniera a dar un  concierto, desde la municipalidad en el galpón del puerto, viene Gieco al mediodía, estábamos charlando, León tenía más o menos mi edad, yo tenía 30, (nos dice) ‘quiero ir a una escuela secundaria, al Instituto, al asilo de ancianos…’ con su guitarrita toda la tarde fue recorriendo instituciones de Ramallo y cantando para la gente que a lo mejor no iba a estar en el concierto a la noche. Ese espíritu comunitario es inigualable. Había una expectativa, una esperanza, que después también se rompió”.

Y había un límite. “La gran mayoría sabía que volver al pasado de ninguna manera, esa definición del Nunca Más, era nunca más, era muy claro”. Y una especie de principio rector. “Se discutía y analizaba como hacer mejor las cosas, dentro de un modelo de sociedad que implícitamente pensábamos la gran mayoría. ¿En qué se basaba ese principio? En que todas las personas tenemos que renunciar a algo en función del bien común. En el transcurso de los 40 años lo que se ha ido perdiendo es este concepto”.

En ese acto de generosidad que implicaba ceder una parte para el bien de todos, el Estado cumplía un papel fundamental.  “La base de lo que se llamó el Constitucionalismo Social, nosotros vivimos desde la mitad de los ‘40 con un Constitucionalismo Social muy fuerte. Esto es lo que se discute hoy. Para hablar de Constitucionalismo Social tenés que hablar del Estado y hoy está cuestionado por un sector que no ve en el Estado ese redistribuidor justo”.

¿Qué nos pasó? “En el año ’74 había cuatro por ciento de pobreza, ocupación plena (2 o 3 por ciento de desocupados), distribución del ingreso fifty – fifty”. En cambio, “cuando mirás ahora, de esa ocupación plena, con trabajadores organizados, en blanco, garantizados sus derechos que eran 6 millones  de trabajadores; hoy si sacas el empleo público, y dejas solo el privado, hay también 6 millones, y somos el doble de habitantes”.

El Estado fue perdiendo protagonismo. “Hay una masa de nuevos trabajadores, de gente que con el Estado está relativamente desamparada, fuera de todo este sistema, que supera el empleo formal, y eso te trae consecuencias políticas. Porque Un Estado que no tenga una visualización de esas cosas, no tenga políticas para esas cosas y no pueda interpretar esa realidad, se queda afuera”.

En este escenario entran las ideas de la ‘motosierra’ de Milei. “Por eso hoy podemos estar discutiendo estas cosas y a algunas personas les puede resultar relativamente atractivas estas ideas de ‘vamos a romper todo’, total de ésto no tengo nada, no me llevo nada y a mí no me importa”.

Respecto a las propuestas del economista y candidato a presidente, opinó. “Lo más peligroso es creer que la Argentina puede no ser productivista, que no necesita industrias, que tenés que abrir la economía de cualquier manera, ya lo vimos, conocemos este mensaje, y que no necesitamos Estado para sostener las desigualdades de este país. A mí me destruye cuando escucho la definición de que la justicia social es una perversidad, dicha por él”. Recordó. “La justicia social es la base del Constitucionalismo Social en la República Argentina, esto nos permitió ser lo que hemos sido en términos de educación pública, salud pública, hemos sido un ejemplo. Ya no somos tanto ejemplo porque el deterioro de todo este tipo de cosas nos llevan a rediscutir esto, pero volver atrás y esto que sea la eliminación y librar todo a los designios de os factores económicos, no lo puedo concebir. Entiendo los razonamientos que llevan a estos pensamientos”.

A pesar de eso, reconoce que “algunas cuestiones de la Argentina actual no se pueden mantener. Después de la crisis de 2001, hay como una especie de caída de todo y hay que empezar a recomponer. El circulo virtuoso de la Argentina tenía tres pilares fundamentales que con el tiempo se fueron perdiendo: una paridad cambiaria que hacía que la economía funcionaria y todos funcionaran de una determinada manera; teníamos superávit comercial, vendíamos más de lo que comprábamos; y superávit fiscal”.

Los problemas, modelos y posibles soluciones. «Ese déficit fiscal, el macrismo lo financió con endeudamiento externo  y fuga de capitales, en estos gobierno, con recursos internos que generan este déficit cuasifiscal que es el financiamiento de las Leliqs, que ese es el problema del déficit fiscal en la Argentina, no el jubilado, no el costo de la salud pública. Si el Estado tiene que pagar cien por ciento de tasa de interés o emitir para devolver esa plata a los bancos que el ciudadano deposita, ese sistema genera un déficit cuasifiscal extraordinario. Hay que corregirlo. Para eso, hay dos caminos: el del liberalismo ortodoxo, bajemos todos los gastos, recortemos, achiquemos,  reduzcamos la economía… o crezcamos».

Por último, se refirió a los candidatos de corte moderado que el peronismo eligió en las dos últimas elecciones presidenciales. «Esto es una coyuntura, y la crisis adonde hemos ido genera necesidades de amplitud. Cristina cuando elige a Alberto, lo hace detrás de esa consigna que toma como propia: ‘Sin Cristina no se puede, pero con Cristina solo no alcanza’, genera una amplitud que se vio refrendada en la elección con Massa y Alberto y con ese 30 y tanto por ciento del núcleo duro del kirchnerismo se llega al 48, 50 por ciento con el que se gana la elección». En 2023. «Ahora pasa exactamente lo mismo, y ahora te diría que la necesidad es mayor. Estoy de acuerdo con el concepto de Sergio (Massa) de unidad nacional. Si generamos consenso,  podemos discutir con mayor profundidad los problemas, porque mientras estemos tan fraccionados con esta brecha tan grande, todos los problemas caen ahí adentro de la brecha y no se puede discutir nada».

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