Dalmiro Gaeto: “Volví a proyectar mi vida, tengo deseos de seguir jugando, del día de mañana emprender algo”

El futbolista de Ramallo lleva diez meses viviendo en Italia. Cuando le llegó la propuesta, sin saber demasiado sobre ese nuevo destino lejano a su tierra, se mandó en busca de cumplir sus sueños. De a poco se fue adaptando, de entrada le costó con el idioma, pero el acompañamiento de otros argentinos le facilitaron las cosas. Después comenzó a trabajar en una bracería y hoy siente que es un espacio donde se va a quedar algunos años, el lugar donde quiere terminar su carrera y encarar nuevos desafíos.

En los últimos años, varios jóvenes de Ramallo encontraron en Italia la posibilidad de desarrollar una carrera de futbolista profesional, sin haber pasado por la Primera División del fútbol argentino. En la lista aparecen, Rodrigo Verón, Genaro Oliveros, Leonardo Mignaco, Juan Ceballos, Bautista Godoy, Juan Ghia, Franco Gallucci Otero, y seguramente alguno más que en este momento no se me vino a la memoria.    

A Dalmiro Gaeto la oportunidad le llegó el año pasado. “Lo veo como un regalo de Dios, se lo dije a mi familia, con 32 años, de la Liga Nicoleña, que te manden los pasajes para venir a jugar al fútbol en Italia, no sé a cuantos jugadores les ha pasado. Estoy super agradecido, era una oportunidad que estaba esperando hace mucho tiempo, la verdad que hago todo esto para que por ahí mis padres se sientan orgulloso de mí”.

De entrada, el idioma fue uno de los escollos que más dificultó su estadía. “Me costó mucho al principio, me encontré con algunos argentinos acá que ya hablaban y fue importante. Es una  ayuda para saber lo que quiere el técnico, el tema de la táctica, te van a explicando, hoy somos como hermanos porque hace 10 meses que vivimos juntos, andamos por todos lados juntos, es muy bueno encontrarse con gente así que te ayude”, dijo en referencia a Lautaro y Sebastián, los dos argentinos que conoció en Battipagliesse 1929, su primer club, y con los convive actualmente.

Poner los papeles en orden tampoco fue sencillo, pero eso le dio la tranquilidad para pensar su futuro. “Al fútbol tampoco voy a jugar hasta los 40, estoy viendo de hacer otras cosas, quiero terminar mi carrera acá, después veo que hago, pero muy probablemente me quede por estos lados a continuar con mi vida”.

Cuando llegó se incorporó al Battipagliesse 1929, un club que juega un torneo regional en el sur de la península. Con ese equipo logró ascender de categoría y disputar la final de una copa. Pero al notar que no iba a tener continuidad, hace pocos días se pasó al Atlético San Gregorio, una institución que está en la misma región. “El fútbol es bastante similar, no cambia mucho, juegan 4-3-3, es como un Torneo Regional de allá. Son distintas las herramientas, porque llegas al club y tenés toda tu ropa, 20 pelotas para entrenar…”. Y los argentinos son buscados. “Nosotros siempre le damos esa pisca de barrio, tenemos otra manera de jugar, la picardía argentina, hay un montón de argentinos, cada equipo que me enfrento somos dos o tres por equipo”.

Es argentino, juega de “10” y ahora vive a 40 minutos de la tierra de Maradona. “Llegué un martes y el domingo me tomé solo un tren y me fui a Napoli, y al estadio solo, Maradona es uno de mis grandes ídolos, lo amé siempre y lo voy a seguir amando, llegar ahí es como sentirse en casa para un argentino”.

Algunas experiencias pasadas que se frustraron en el final, lo hicieron mantener todo en secreto. “Estuve hablando dos meses con el director deportivo de acá y no le conté a nadie. Un sábado me llegaron los pasajes y ahí recién le dije a mi familia que me venía a Italia el martes”. Y entonces, “en tres días armé mi valija, me vine si saber adónde venía, conociendo muy poco a la persona que me traía, imagínate el grado de locura al que había llegado”. pero arriesgó y no se equivocó. “Cuando llegué acá me encontré con gente maravillosa, que me respetó, me cumplieron con lo que me dijeron, eso es fundamental”.

Y con el paso de los días, “volví a proyectar mi vida, tengo deseos de seguir jugando, del día de mañana  emprender algo, le agradezco a mi familia por el apoyo, y al club Social Ramallo, porque cuando estuve mal, que me rompí la rodilla, fueron los primeros que me apoyaron, me operaron, les dije que se los iba devolver y se los devolví adentro de la cancha, son parte de mi corazón y saben lo mucho que los quiero”.

Al tiempo, un simpatizante se lo llevó a trabajar de mozo a su bracería. “Me dio trabajo sin tener los papeles, es muy valorable, es una empresa familiar, soy uno mas de la familia, estoy contento que así sea, me siento como en mi casa, me tratan muy bien, trato de devolvérselo con respeto y laburando para que les vaya bien”. Una decisión acertada. “Me hizo muy bien, porque sino tenés mucho tiempo libre, la cabeza se pone a pensar y no es lo recomendable”.

Y si algo más le faltaba para hacer llevadera la vida lejos de la familia, es sentirse casi como en su país. “Nos tratan muy bien, tienen  una empatía con nosotros muy buena, yo no puedo decir nada malo de los italianos, me han tratado espectacular, tenemos muchas cosas en común, les encanta el fútbol, las charlas de café les encanta…”.

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