Finalmente, Gabriel Gómez no dirigirá Alvarado

El técnico de Ramallo padeció las desprolijidades de un club que atraviesa una grave crisis institucional. Había anunciado la salida, lo volvieron a llamar, pero cuando llegó a Mar Del Plata para firmar el contrato, no había quien lo reciba. Una desprolijidad que ya no asombra en el fútbol argentino.

Gabriel Gómez asumió en julio la conducción de un equipo que peleaba el descenso. Logró revertir el panorama, evitar que pierda la categoría, ganar el clásico ante Aldosivi y, aunque el cierre no fue el esperado porque perdió varios encuentros y no clasificó a la liguilla, el objetivo más importante se había cumplido.

Diciembre trajo elecciones al club. El presidente Emiliano Montes decidió no presentarse, pero apareció la figura del concejal Ricardo Liceaga como su potencial sucesor. Hubo reuniones, el representante de Gabriel presentó la propuesta, pero pasados los días el dirigente dio marcha atrás y se bajó del barco. En ese tiempo, la institución convocó a un par de asambleas para elegir a las nuevas autoridades, pero nadie se presentó. En ese contexto, el ramallense decidió alejarse porque no estaban dadas las condiciones institucionales.

Pero hace un par de semanas, lo volvieron a llamar porque Ricardo Liceaga había cambiado de opinión e iba a asumir la presidencia de manera provisoria. También le dijeron que le aceptaban la propuesta que había presentado en diciembre, antes que se baje por primera vez. Sin embargo, cuando el lunes Gómez llegó a Mar del Plata, se encontró con un club acéfalo y rescindió el contrato; otra vez Liceaga se había bajado.

De esa manera, a pesar que su deseo era continuar dirigiendo el equipo de un club donde se sintió cómodo y en una ciudad que le encanta, el caos institucional terminó con sus aspiraciones.

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