Una mujer de Ramallo salvó milagrosamente la vida de un hombre por saber maniobras de RCP
Daniela Sperandini y Jorge Guerrina regresaban el 2 de marzo de Casilda con su hija y una amiga. No suelen viajar los sábados, pero tuvieron que hacerlo por un arreglo en el departamento donde vive la joven que estudia Veterinaria. Esperaron a que pase la tormenta y salieron. Cuando pasaron por el kilómetro 222 de la ruta nacional 9, a la altura del Camping de la UOM, un auto los pasó, no vio la curva y, después de algunas vueltas, terminó su recorrido con las ruedas apuntando el cielo en una laguna que se había formado por la lluvia.
Jorge no es de detenerse cuando ocurren accidentes y ya hay otras personas para auxiliar, pero en esta oportunidad, Daniela sintió que tenía que ayudar. Pararon, todavía no había otras personas, se acercaron hasta donde estaba el auto, por la ventanilla adviritieron que el hombre se estaba ahogando, pero no podían abrir la puerta porque estaba trabada. Entonces, Jorge le dio una patada y se destrabó el seguro. Había un perro caniche que rescataron, pero el hombre estaba atado con el cinturón y no fue fácil desprenderlo. Empezó a llegar gente y un muchacho logró desatarlo. Daniela le destrabó los pies, lo sacaron y arrastraron hacia un costado en el pasto. Un muchacho le tomó el pulso y no tenía; estaba de color cianótico.
Daniela contó que “tenía presente todas las charlas de RCP que había presenciado como docente durante 28 años de clase que di en las escuelas y tenía muy presente unas que había recibido en el Instituto Santa María de Gdor. Castro, a cargo del Cuartel de Bomberos de Gdor. Castro, el bombero Omar Agüero, que para mí fue el que me guió, porque yo traté de buscar en mi cabeza de esos años todo el paso a paso que no lo tenía muy claro, pero nadie sabía hacer, porque todo el mundo se miraba, todo el mundo gritaba y nadie atinaba a hacer nada”.

“Había una señora que me tironeaba el brazo y me quería sacar, yo me puse firme y lo agarré de la cintura y boca abajo para que saliera el agua, todos me manoteaban a la persona y gritaban ‘de costado, de costado’, hice fuerza y lo puse para arriba, empecé yo, mal ubicada, como podía, porque toda la gente estaba alrededor y era un griterío, a hacer la maniobra de RCP, busqué el esternón como me habían enseñado, puse el talón de la mano y todavía me acuerdo que miraba los codos porque no se tienen que flexionar, y como pude le hice no mas que 15 compresiones, era un griterío, gritaban ‘para el costado, para el costado’ y el no reaccionaba, entonces lo pusimos de costado y viene mi marido, da la vuelta alrededor del cuerpo, se arrodilla, y le pega con la mano bien abierta a la altura de los pulmones y ahí largo agua y barro».
«Gracias a Dios reaccionó rapidísimo, el hombre empezó a abrir los ojos, miraba para todos y decía que se quería ir». Estuvo internado en el hospital hasta el domingo que recibió el alta médica. Después quiso conocer a quienes le habían salvado la vida. Con el correr de los días se pudieron encontrar y cerrar una historia que, por la determinación y conocimientos de Daniela y Jorge, tuvo un final feliz. «Me llama casi todos los días agradecido, yo fui un eslabon de la cadena, no soy la salvadora», dice Daniela.
Roberto Enrique Aureliano Paz, así se llama el hombre del siniestro, venía de conocer a su tercer nieto que había nacido ese día.